Si queremos incentivar conversaciones que impulsen cambios positivos, necesitamos tener esas conversaciones difíciles nosotros.
Por Lu Suárez Battán
Co-founder & CXO at Talk2U
lu@talk2u.org
Tener el coraje de co-fundar un start up es algo que me enorgullese. Creo que requiere de muchas agallas sumergirte en lo desconocido por una idea que te apasiona pero aún necesita ser validada para ser un éxito. Y… estar haciendo eso mientras construís un equipo sólido, lo cual, para mí, es el desafío más grande.
Según un reporte de CB insights de 2019, estas son las 3 razones principales que hacen que un start up falle: No hay demanda, No hay más plata, No es el equipo correcto.
Claro que entiendo que si no hay demanda, nadie compra tu producto o servicio, y si nadie invierte su dinero en lo que tenés para ofrecer, tu dinero invertido se va a agotar, considero que no tener el equipo indicado es la causa de todos los males. Las personas hacen compañías, no al revés. Entonces si un equipo no puede encontrar lo que demanda el mercado a tiempo, las personas que lideran estos equipos son responsables por eso. Más allá de sus egos.
Una de nuestras frases preferidas es “If it works, it should scale” (si funciona, escala). Entonces decidimos enfocarnos en hacer que nuestro equipo funcione, y el resto será una feliz consecuencia. Pero, ¿cómo lo hacemos?
Empezamos con nosotros mismos, los co-fundadores, y luego construiremos el mejor equipo que exista para abarcar nuestro mix mágico: storytelling efectivo, tecnología innovadora y técnicas de cambio de comportamiento basadas en evidencia. Vamos a liderar con el ejemplo y hacer lo que decimos porque sabemos que el cambio no es fácil de alcanzar, pero tenemos las herramientas para hacer que eso suceda.
Y así comienza nuestra aventura…
Empezamos 2020 con la idea de que sea el año del relanzamiento de Talk2U como una startup de impacto social con base en tecnología. Con mi experiencia como cofundadora y la intención de hacerme cargo de llevar adelante la cultura de la empresa, uno de mis objetivos principales era liderar este proceso transformacional.
Cuando me sumé al equipo, Nico y Gastón ya tenían un historial de 2 años trabajando juntos, además de conocerse desde la secundaria. Yo nunca había visto a Gastón hasta que Nico me lo presentó en Diciembre 2019, y a pesar de conocer a Nico desde la facultad y ser muy buenos amigos desde entonces, no nos conocíamos a nivel profesional. Ellos habían desarrollado un vínculo laboral adaptado a cada una de sus formas en base a sus experiencias pasadas y hábitos personales.
De repente, llegué yo con mis ideas disruptivas, cultura emprendedora y energía super poderosa lista para patear el tablero, desafía el status quo y navegar el re-diseño de la estrategia y cultura de la empresa… pero dos son compañia, tres es multitud.
Sumado a esto el hecho de tener un desafío más grande de nuestra historia con un proyecto para Unicef Brazil, Dove Global y CAR (the Centre of Appearance Research) sobre autoestima asociado a la imagen del cuerpo en adolescentes mientras atravesamos una pandemia.
Diferentes estilos de aprendizaje, choque de cofundadores
Las personalidades, estilos de aprendizaje y procesamiento cognitivo son gran parte de cómo trabajamos y nos relacionamos con los demás.
Yo soy predominantemente visual, lógica y necesito tiempo sola para poder pensar claro. Aprendo haciendo y equivocándome. Pregunto mucho para entender el panorama general, y hablo rápido con conceptos generales o dibujo para expresar mis ideas.
Nico también es predominantemente visual pero por definición es un “cuentista”. Tiene un acercamiento lingüístico tanto verbal como escrito, y necesita trabajar con personas para prosperar. Su forma de conectarse con otros es a través de historias y palabras.
Gastón es más auditivo y verbal, entonces su forma de procesar información es a través de escuchar podcast, debatir temas, repetir en voz alta las ideas y leer. También está muy enfocado en el uso de las palabras y, como yo, necesita tiempo a solas para poder pensar y entender.
Estas diferencias “simples” hacía que nuestras reuniones fueran extenuantes.
Algunas eran horas y horas discutiendo y debatiendo temas sin fín, sin resultados por ejecución, or sin siquiera ver conceptos dibujados o escritos. Entonces para mí y, a veces para Nico, eran agotadoras. En otras reuniones, yo tomaba la liderazgo para tratar de que sean dinámicas, presentando un montón de conceptos nuevos e ideas que en mi mente estaban totalmente conectadas, pero para Gastón, quién necesitaba información más precisa, y a veces para Nico, que necesitaba ver y leer sobre esos conceptos, las reuniones eran avasallantes y los mareaba.
Somos todos muy inteligentes, sensibles y bien intencionados pero nos entrábamos en discusiones realmente acaloradas una y otra vez. Yo me frustraba porque no estábamos moviéndonos tan rápido cómo yo esperaba. Pero básicamente el enfoque estaba errado.
Para alcanzar resultados diferentes, necesitábamos cambiar nuestras perspectivas.
Las conversaciones difíciles no ocurren de un día al otro, especialmente cuando no conocés en profundidad a la persona con quién tenés que tenerlas. Nuestro propio mapa personal de experiencias y nuestra historia empiezan a desarrollar juicios y suposiciones sobre la otra persona, y uno empieza a interpretar sus motivaciones e intenciones basándose en el escaso conocimiento del otro. Y si, encima, te enfocás en tus emociones, en vez de mirar los hechos, te sesgás y las cosas probablemente no funcionen.
Entonces, al principio, Nico fue mediador, ya que nos conocía mejor a Gastón y a mí, y era quién podía tener las conversaciones difíciles con nosotros. Poco a poco empezamos a entender nuestros diferentes estilos de aprendizaje, habilidades, motivaciones, llevándonos a detectar una variedad de posibles perspectivas ante una misma situación. Hablamos de visión y trabajamos nuestras suposiciones sobre los otros.
Y así, como quién no quiere la cosa, nos estabamos tirando de cabeza a una aventura de construir una sociedad desde la honestidad y transparencia, dónde somos conscientes de nuestras debilidades y nos apoyamos en nuestras fortalezas. Finalmente, empezamos a confiar en el proceso, pero más importante, en el otro.
Gastón comprendió que yo no estaba siendo inquisitiva ni cuestionaba sus ideas para demostrar que estaba equivocado, sino porque es mi forma de entender algo y, a su vez, ayudarlo a salir de su zona de confort para sacar lo mejor de él.
Yo entendí que Gastón no estaba desconectándose cuando yo hablaba porque me subestimaba al igual que a mis ideas porque era “nueva” en el equipo (o simplemente porque era mujer), simplemente necesitaba tiempo para procesar y profundizar en diferentes fuentes de información para atar los cabos que yo dejaba sueltos en mi discurso.
Nico también se dio cuenta de que era saludable y productivo que nosotros interactuáramos sin que él tuviera que interferir contando una historia de lo que creía que queríamos escuchar. A su vez, tuvo su cuota de presentaciones visuales para ver lo que estábamos hablando y aprender los nombres correctos de cada proceso. :P
Empezamos a coincidir en el uso de las palabras, lo cuál puede sonar tonto, pero para muchas personas (yo!) es clave. Y nos recordamos constantemente nuestro propósito. ¿Para qué hacemos lo que hacemos? ¿Cuál es nuestra motivación para despertarnos todos los días y empujamos este proyecto? Queremos impulsar conversaciones profundas para potenciar cambios positivos en las personas. Entonces necesitamos tener esas conversaciones nosotros mismos.
Cuando bajamos la guardia, empezamos a vernos como una tríada sólida, nos abrimos honestamente y nos escuchamos primero, y después escuchamos un poco más. Nuestra perspectiva cambió y, con eso, también nuestros resultados.
Ahora nuestras reuniones son mucho más dinámicas y al grano. Si luego necesitamos discutir algo en detalle, tratamos de definir un tiempo específico para dejar a los que necesitan tiempo para procesar, respirar, planificar y llegar preparados al encuentro. Seguimos una agenda así no ocurren sin una estructura base, intentamos sumar presentaciones visuales y ejemplos para incorporar ideas nuevas, agregamos links con información adicional y valiosa y nos incentivamos a cometer errores mientras hacemos que las cosas pasen. Aún tenemos dificultad manteniendo límites y manteniéndonos en tiempo con nuestras actividades programadas, pero estamos mejorando poco a poco.
Somos un equipo en desarrollo y crecimiento, estamos constantemente iterando lo que funciona para nosotros y lo que no, porque cada nuevo miembro que se suma es un desafío tocando la puerta. Cuando Dani se sumó como Senior Narrative Designer a principio de año también nos tuvimos que adaptar mientras aún trabajábamos nuestras diferencias, alineábamos visiones y formas de trabajar. De repente, Ingrid y Yuzhe, nuestras primeras pasantes, se sumaron y fue una movida jugada en ese estadío, porque sabíamos que necesitábamos manos extras, pero no sabíamos exactamente para qué. Fueron grandes jugadoras adaptándose a nuestro flujo de trabajo cambiantes. Pero la pelota sigue rodando, tenemos proyectos en desarrollo que necesitamos gestionar y por eso usamos diferentes sombreros para hacer lo mejor posible cada día.
El punto es que construir relaciones sólidas lleva tiempo y las bases son las más difíciles pero las más importantes a la larga. Entonces si las intenciones son buenas, creen en el talento de su equipo, y si hacen el trabajo duro de enfrentarse a lo que molesta para erradicarlo de la raíz teniendo esas conversaciones incómodas, van a salir más fuertes. Nosotros seguro lo somos.
“Abrazar e impulsar el cambio” es uno de los valores principales de Talk2U, así que tomaré la posta para compartirles nuestros propios procesos de cambio, como superamos barreras, con qué seguimos luchando y, si los tuviera, tips y consejos extraídos de nuestros aprendizajes.
Este es parte de nuestro recorrido, espero que hayan disfrutado el viaje.
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