Efecto Bola de Nieve

Si tenés el rumbo claro, a veces lo único que se necesita es dar un primer paso corto, torpe e imperfecto y ver cómo todo comienza a rodar.

Talk2U
8 min readMar 10, 2021

Por Lucila Suarez Battan
Chief Experience Officer
lu@talk2u.org

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Hace 10 años, mientras lideraba Ideame, conocí el concepto de Triple Bottom Line propuesto en 1994 por John Elkington. Básicamente entendí que una empresa no solo debía dirigirse para hacer dinero, sino también para mejorar la vida de las personas y el medio ambiente. Y, por ende, la TBL no solo debía medir variables económicas sino también variables de impacto social y medio ambiental, porque sino no estaba realmente entendiendo el costo real de tener un negocio.

Con un board de emprendedores seriales exitosos teníamos una estructura sólida a nivel financiero y legal, y al ser una plataforma de crowdfunding, medir y visibilizar el impacto en la sociedad y las personas era relativamente fácil y, en muchos casos, directamente explícito. Sin embargo, fue en ese entonces que me di cuenta que no tenía idea sobre la magnitud de lo que abarcaba el concepto de sustentabilidad ni que se podía hacer para ser más sustentable.

Obviamente había escuchado ideas sobre el uso responsable del papel, la electricidad y el agua, pero hasta ahí llegaba mi conocimiento que era solo la punta del iceberg. Fue, a fines de 2013, que Fede Nahon me propuso co-fundar un emprendimiento social que buscaba aportar un granito de arena para vivir en un mundo más justo y sano ayudando a las personas a aprender a separar residuos y a exigirle a las empresas a desarrollar productos más sustentables para que juntos seamos parte de la solución.

Una de mis mayores responsabilidades era escribir en nuestro blog de manera clara y sencilla para convocar a más personas a sumarse. Pero ¿cómo iba a escribir de cosas que no sabía y que no había experimentado en primera persona? No era posible. Primero yo debía cambiar, para luego incentivar a otros a hacerlo.

Pero en cualquier start up “el tiempo es dinero” así que ¿cómo podía incorporar un nuevo hábito en tiempo récord? Fue así cuando investigando tuve mi primer acercamiento efectivo con una de técnica de cambio de comportamiento: Tiny Habits.

Tiny Habits es un método diseñado por BJ Fogg, un profesor de Stanford que hace 20 años estudia el comportamiento humano y enseña cómo diseñar programas y proyectos que apunten al cambio de comportamiento de las personas. Según este reconocido científico, hay solo 3 cosas que pueden generar un cambio de comportamiento en las personas:

  1. Tener una epifanía
  2. Cambiar de entorno
  3. Dar pequeños pasos

La primera es difícil de crear a menos que hagas magia, pero las otras dos son prácticas y pueden desarrollarse a voluntad. Básicamente su metodología se centra en el insight de que para generar un hábito es importante enfocarse en la automatización de esa acción, porque eso es lo que lo hace perdurable en el tiempo.

La “receta” para lograr pequeños hábitos de Tiny Habits. Fuente: www.tinyhabits.com

Para ello, considera que hay que diseñar un ABC:

  • Anchor moment”: elegir un momento ancla el cual debe ser una actividad que realizás con cotidianeidad a la cual puedas unir el nuevo comportamiento. Es por eso que necesita ser específico y confiable, básicamente que hacés todos los días sin excepción. Por ejemplo, si decís “…después de tomar mi café”, es algo que es incierto porque podés tomarlo y no terminarlo, o si es una taza de café que tenés sobre el escritorio y te podés distraer haciendo algo y nunca llegue el momento de “tomarlo”. Sin embargo, “Después de servirme una taza de café” es un momento muy específico y fácil de discernir.
  • “Tiny Behavior”: sería el comportamiento que quieras incorporar reducido a su más mínima expresión. ¿Por qué? Porque cuanto más pequeño, más fácil de hacer. Es el puntapié inicial, lo que hace que la pelota gire. Por ejemplo, si el objetivo final es leer un libro, entonces el pequeño comportamiento podría ser leer una página de un libro, un párrafo o incluso para los que más les cuesta incorporar nuevos hábitos, podría ser algo parecido a simplemente agarrar el libro.
  • Celebration”: este último punto es idear una forma de festejar haber realizado el comportamiento deseado y sentirte satisfecho. Conceptualmente al relacionarlo con un recuerdo gratificante y positivo, el logro se asienta y dan ganas de continuar haciéndolo.

Ya tenía la teoría, era hora de empezar. El primer comportamiento que quería incorporar era reciclar residuos y, en base a eso, pensé que mi momento ancla era, sin dudas, tirar la basura. Mi primer obstáculo fue que vivía con mi novio en un monoambiente e incorporar un nuevo tacho iba a ser difícil, pero tampoco podía cambiar mi entorno.

Pero “Cuando hay voluntad, hay una manera”, así que busqué mucho hasta que encontré un tacho rectangular que tenía en su interior 2 divisiones, era perfecto. No solo ocupaba poco espacio sino que además me venía muy bien para ligarlo con mi momento ancla. Cada vez que apretaba el pie para abrirlo y “tirar basura” miraba lo que tenía en la mano y si era reciclable en vez de tirarlo en la bolsa negra, lo hacía en la bolsa verde. Super fácil.

Error! Cuando lo llevé a la práctica, me había olvidado de un pequeño detalle… había residuos que para ser separados debían ser lavados, y eso ya implicaba la incorporación de dos hábitos nuevos. Entonces empecé a flaquear y volví a foja cero. Algo tenía que cambiar de mi diseño. Yo sabía que podía incorporar más hábitos, pero debía seguir la fórmula de los Tiny Habits otra vez porque una de las premisas es revisar los resultados y hacer ajustes hasta encontrar la secuencia que funcione para vos.

Entonces, ideé el siguiente plan:

  • Hábito #1 — Dejar los residuos

A: Terminar un paquete/pote de alimento

B: Tirar los residuos sucios en la bacha

C: Sonreír

  • Hábito #2 — Lavar residuos reciclables

A: Lavar los platos

B: Lavar los residuos del día

C: Estirar un repasador sobre la mesada limpia y hacer un “Si” con la cabeza (me da mucha alegría ver la mesada limpia…si).

  • Hábito #3 — Guardar los residuos reciclables

A: Guardar los platos

B: Guardar los residuos en la bolsa verde

C: Lanzamiento tipo básquet y festejo con manos en el aire

  • Hábito #4 — Tirar los residuos reciclables

A: Tirar la basura

B: Tirar los residuos en la bolsa verde

C: Auto beso

Todo estaba en orden y, tan solo en la primera semana, los resultados fueron sorprendentes. Logré pasar de sacar la basura cada 2 días a hacerlo solo una vez por semana. Es decir, de lo que tiraba a la basura y terminaba en basurales, alrededor del 40% podría reciclarse y volver al circuito comercial… una locura. Estaba desperdiciando muchísimos recursos simplemente por fiaca o estar desinformada.

Notar eso fue suficiente motivación para seguir y, al día de hoy, casi 8 años después no sólo lo seguimos haciendo en mi casa con mi marido sino también convencí a mi hermana, mi mamá y mi papá en sus casas. Y, gracias a que compartí el proceso y el impacto en redes sociales, siento que fui parte del cambio de varias amigas que también se sumaron, simplemente por predicar con el ejemplo.

Pero lo más genial es que ese efecto catalizador no solo fue para con los demás, sino también para conmigo misma. La sensación de felicidad al ver como iba reduciendo mi impacto, me motivó a querer hacer más. De hecho, aprendí que reciclar en realidad es el último recurso y que incluso residuos que dicen ser reciclables muchas veces no lo son. Por eso lo más importante es aprender a consumir de manera responsable, reducir el consumo, reutilizar los recursos y, en última instancia, reciclar lo que no pudiste reducir o reutilizar.

Fue así como gradualmente, empecé a elegir productores locales para reducir mi huella de carbono, a disminuir mi consumo de carne y reemplazarlo por otras fuentes de proteínas y hierro, y hasta a compostar mis residuos orgánicos. También reduje mi uso de plástico usando bolsas de tela, comprando a granel y disminuyendo al máximo el uso de bolsas plásticas metiendo muchas frutas y verduras en la misma bolsa en el super. Compré tuppers de acero inoxidable y vidrio y cobertores de silicona reutilizables para almacenar la comida, reemplazamos la compra de botellas de agua mineral por un filtro de agua, a comprar botellas de gaseosa retornables, y cepillos de bamboo para compostar. A nivel higiene, empecé a usar bombachas menstruales para eliminar las toallitas (aún no me animé a la copita), opté por usar pañales de tela con mi hija y protectores mamarios reutilizables. Los juguetes de mi hija en su mayoría son de materiales nobles y duraderos como la madera, recuperé objetos desechados en volquetes para hacer otros objetos con técnicas de ensamblaje y separo plásticos chiquitos de objetos que no sé que hacer y se los dono a Elisa Insua, una artista plástica increíble que reutiliza esos materiales en sus obras.

Y esta lista va a seguir creciendo porque esto es un proceso de mejora constante que nunca termina. Aún me queda un largo camino por recorrer mejorando mi huella de carbono respecto al uso de transporte, consumo de ultraprocesados en paquetes que terminan en la basura por default, lavar con esponjas de luffa, usar shampoo sólido… y podría seguir porque esto es una maratón, no una carrera de 100 metros.

Implementar pequeños hábitos funciona y es una habilidad que se desarrolla con la práctica. Pero algo que considero fue clave al inicio en este recorrido fue que Fede, quién me conoce mucho, no paró de recordarme “Lo perfecto es enemigo de lo bueno”. Gracias a eso, aprendí que hacer “imperfecto” es mejor que no hacer nada porque empezar te permite evaluar, analizar y corregir lo que no funciona. Por eso hoy puedo decir con orgullo que soy una activista imperfecta.

Y si vos aún no empezaste, acordate que el cambio sólo depende de vos. Definí tu objetivo y simplemente empezá pequeño festejando tus logros. Vas a ver que sin que te des cuenta en poco tiempo ese primer paso se va a convertir en una enorme bola de nieve llena de metas alcanzadas porque lo bueno se multiplica y te aseguro que también te llena de felicidad. :)

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